Eran las 07:00 del martes 13 de septiembre. Evan no pudo reprimir una sonrisa: martes y trece. No se consideraba supersticioso pero tal vez ese día resultase el más provechoso del año, puede que de toda su vida. Se colocó la chaqueta del uniforme y observó su imagen en el espejo. Ya llevaba una hora despierto, en ese rato se había aseado, afeitado, había ordenado su habitación y todavía había tenido tiempo de meditar acerca de los acontecimientos de las últimas cuarenta y ocho horas. Luca estaba cerca, lo presentía, no, estaba seguro, la mujer y la niña le habían visto, no se lo habían dicho, no era necesario, él era muy bueno estudiando el comportamiento de las personas, sus reacciones, sus gestos, lo que decían sus ojos pero sobre todo: lo que no decían.
Enfundó su pistola tras comprobar que el cargador estaba completo y llevaba una bala alojada en la recámara. Salió de la habitación no sin antes apagar la luz. Desde las seis de la mañana se ponían en funcionamiento los generadores, así, durante dos horas las habitaciones de la tropa, la cocina y el comedor disponían de luz para asearse los unos y para realizar sus cometidos los otros. La enfermería disponía de suministro continuo siempre que lo necesitase. El abastecimiento de combustible no era una prioridad de momento, Evan confiaba en que para cuando tuviese que preocuparse de ese tema ya estuviese Luca a su lado.
Cuando bajó al vestíbulo, la jefa de la guardia se acercó de inmediato a darle las novedades del último turno. Como casi todas las noches había transcurrido tranquila, tan solo un par de escaramuzas con dos infectados que habían conseguido entrar por algún punto de la muralla, había llegado el momento de abordar esa cuestión, hoy ordenaría revisar cada metro de muro, tenían que hallar el punto por el que se colaban los zombis, si esos trozos de carne sin cerebro eran capaces de hacerlo, cualquier persona lo conseguiría también.
Enseguida descubrió a Kool al entrar en el comedor, tomaba una taza de té con leche, como cada mañana, junto a Yess y la japonesa que llegó con el científico; Tamiko se llamaba. Se sirvió un café con leche y se dirigió a la mesa en la que se encontraban. Tras intercambiar los saludos de rigor se hizo el silencio. Yess apartó la mirada hacia otro lado y Tamiko bajó la cabeza en señal de respeto. Últimamente era algo que se repetía cuando él se acercaba a algún corrillo, los comentarios iban disminuyendo de volumen hasta acallarse del todo y, al poco, el grupo se disolvía. Al principio toda su unidad era una piña, ahora la confianza se estaba resquebrajando. Necesitaba un golpe de efecto para devolverle la moral a su gente y afianzar su liderazgo, para ello requería dos cosas, una ya estaba en su poder: la niña, la otra pronto llegaría: Luca.
—He ordenado preparar tres patrullas a pie y dos en vehículo. En cuanto terminemos podemos salir. Empezaremos a buscar en los alrededores de la Isla Tiberina, una de las patrullas puede…
—No será necesario —interrumpió Evan.
—Pensé que querrías encontrar a… a ese otro grupo.
—Como te digo no será necesario.
—Y cómo vas a dar con ellos.
—Ellos darán con nosotros, saben que estamos aquí. No debilitaremos nuestras fuerzas dividiéndolas, reforzaremos la vigilancia interior y aumentaremos el personal de guardia. No hace falta que te diga lo peligrosos que son. De momento suspenderemos todas las salidas al exterior. Necesito que encontréis los puntos por los que se cuelan los zombis, si ellos son capaces de hacerlo…
—Los vivos también lo serán —completó Kool.
—Exacto.
—Y respecto a los que nos tienen vigilados y nos envían las hordas de zombis ¿Qué vamos a hacer?
Evan observó a Kool. No tenía claro si la intervención que acababa de realizar se debía a una preocupación franca o tan solo pretendía ponerlo en evidencia frente al resto.
—Sabemos que deben estar en las inmediaciones del Ponte Sant`Angelo…
—Eso ahora no es prioritario, mejor dejar que crean que estamos asustados o que no tenemos idea de cómo actúan.
Kool asintió pensando que eso era exactamente lo que ocurría, no tenían ni idea de cómo alguien podía llegar a manejar las turbas de zombis, pero decidió no insistir.
Una vez que Kool se hubo encargado de dar las órdenes oportunas Evan se acercó a él.
—¿Cómo va esa chica?
—¿Caronte?
—Sí, Caronte.
—Está en la enfermería lo mismo que el científico y la niña. Armand tiene órdenes de no perderlos de vista. Iba a ir a verlos ahora ¿Quieres venir?
Al acceder a la enfermería dos mujeres armadas les abrieron paso, Armand no tardó en encaminarse hacia ellos. Evan se fijó en las ojeras de su rostro, tenía tan solo veinticuatro años pero en esos momentos aparentaba más de cuarenta. Las gafas parecían quedarle grandes en un rostro demacrado, el tono de su piel iba del blanco al amarillo según la hora del día, incluso parecía estar perdiendo pelo. La Organización le había reclutado nada más licenciarse primero de su promoción. Le ofrecieron medios ilimitados para investigar, plena autonomía y un salario demencial. De las tres solo se había cumplido la tercera pero Armand tardó demasiado en darse cuenta del lugar en el que se estaba metiendo; ahora ya era muy tarde, fuera de la Organización simplemente sería incapaz de sobrevivir. Con todo, Armand era un tipo inteligente, además contaba con un punto a su favor, aparte de ser un gran médico, junto a Kool, era la única persona que conocía la existencia de Luca.
—¿Cómo se encuentra la mujer?
Armand se giró hacia la habitación que dejaba ver las dos camas dispuestas una junto a la otra. En ella Evan pudo ver un rostro que recordaba bien. Su pecho subía y bajaba con regularidad.
—Estable. Presenta una luxación en un hombro y herida de metralla en el otro. Nada grave, de hecho he tenido que sedarla para que permaneciese en la enfermería, lo que más necesita es descansar. Si quieres hablar con ella la puedo despertar.
—No ¿Y el científico?
—Se encuentra estabilizado, estamos combatiendo la infección que presentaba en el miembro amputado. Ha sido doblemente afortunado, por un lado lograron impedir que se propagase el virus zombi por su sangre y además, de haber pasado unas pocas horas más sin atención médica seguramente su infección se habría extendido, habría muerto.
—¿Y la cría?
—¡Ah! Ella está bien.
—¿Por qué está en la cama?
—No consentía en separase de la mujer y el científico, necesitaba descansar, así que la he sedado también.
—Joder Armand, repartes droga como si fueses un camello de los suburbios.
El joven médico empujó las gafas con un dedo hacia arriba y ladeó la cabeza en un gesto que acostumbraba a repetir cuando estaba molesto o nervioso.
—Que no salgan de la enfermería sin mi permiso expreso. No te separes de ellos y… Armand —el médico levantó la vista hacia Evan— deja de drogar a la gente si no lo necesita.
El médico regresó a la butaca en la que se hallaba sentado cuando llegaron.
—Debes ser paciente con Armand, no está siendo fácil para él. Es un gran médico, lo necesitamos, además sabe cómo recuperar a Luca.
Evan detuvo su paso, echó la cabeza atrás y giró el cuello a un lado y a otro. Kool cada vez se mostraba más osado, no solo le aconsejaba sino que últimamente incluso se permitía darle órdenes.
—¿Qué tal con Yess?
La pregunta pilló completamente por sorpresa a Kool que se quedó atrás incapaz de seguir el paso rápido que había imprimido Evan.
—¿Qué quieres decir?
—Nada —Evan había vuelto a detenerse— el otro día os vi en la cantina, parecíais muy… cómodos —volvió a reemprender la marcha.
—Solo somos compañeros —acertó a explicarse Kool.
—Mejor, mejor así.
—Kool —Alma apareció por el pasillo central— Evan —saludó al percatarse de su presencia— tienes que venir a ver esto.
—Ver qué.
—La guardia ha apresado a un hombre.
—¿Intentaba colarse o escapar?
Últimamente las deserciones estaban aumentando, hacía varias semanas que nadie intentaba acceder al Vaticano, así que lo más probable era que se tratase de lo segundo.
—¿Para qué me necesitas? Ya sabes cuál es el castigo por intentar escapar.
—No, no intentaba escapar, el tipo viene de fuera, del exterior y ha sido él quien se ha entregado a la guardia.
—Vale, pues llévaselo a Yess.
—Dice que quiere hablar con la persona al mando de la Organización, creí que querrías saberlo, pero iré a buscar a Yess.
—Espera —Kool la sujetó del brazo— será mejor que vea que quiere ese hombre. Luego te informo —se dirigió a Evan y partió junto a Alma.
Evan los vio alejarse, pensó en ir con ellos pero luego decidió acercarse a la Estación de Radio. Aún había un cabo suelto del que debían ocuparse. Antes había restado importancia al grupo que había atentado contra ellos pero, en realidad, era algo a lo que no dejaba de dar vueltas. Las acciones que llevaban a cabo eran extremadamente complejas y requerían una elevada coordinación, era imposible que no se comunicasen de alguna forma.
Yess se fue apartando del grupo de mercenarias discretamente. Les acababan de decir cuál iba a ser su misión ese día: encontrar los posibles huecos en el muro por los que se colaban los muertos. Llegó hasta Zoe y se la llevó aparte.
—Necesito que me ayudes.
—¿Ayudarte? ¿A qué?
Yess le hizo un gesto para que no levantase la voz y se la llevó un poco más lejos.
—¿Evan está al tanto de esto?
—Evan no sabe nada.
—¿Y en qué se supone que tengo que ayudarte?
Yess volvió a indicarle con un gesto que modulase el volumen.
—Recuerdas a la mujer que encontramos anoche junto a la cría.
—Caronte. Coincidí con ella en una misión. Fue de lo más extraño.
—¿Cuánto hace de eso?
—No sé, algo más de un año creo.
—Entonces no tiene nada que ver. Escucha, Evan lleva tiempo buscando a alguien…
—Claro, el padre de esa cría —interrumpió Zoe.
—No, bueno sí, pero me refiero a otra persona.
—Aparte del padre de la niña.
—Sí, anoche escuché como hablaban Evan y Kool. Buscan a un tal Luca ¿Te suena? —Zoe negó con la cabeza— a mí tampoco.
—¿Y?
—Verás, ellos creen que la mujer esa, Caronte, y la niña le vieron. Él fue el tipo que las ayudó, él solo se cargó a un centenar de zombis.
—Venga ya.
—Eso es lo que dijo Caronte cuando la encontramos, bueno, no dijo que hubiera sido él, pero lo cierto es que alguien se cargó a todos esos zombis. Luego me las arreglé para hablar un momento con la cría y me lo confirmó —mintió Yess.
—Vale y qué es lo que quieres.
—Necesito que me ayudes a encontrar a ese hombre.
Zoe soltó una carcajada que llamó la atención de todos. Yess se la llevó fuera de la habitación.
—Escucha, es la ocasión perfecta.
—No, tenemos la orden de localizar los agujeros en el muro. No nos dejarán salir a buscar a nadie, ya lo has oído, Evan no quiere dividir a la gente.
—Te equivocas, de hecho, es la excusa perfecta, nosotras buscaremos en el exterior del muro. Nadie sospechará.
—De acuerdo, pongamos que salimos sin levantar sospechas, ni siquiera sabemos por dónde empezar, Roma es enorme y ni siquiera podremos llevarnos un vehículo.
—Vuelves a equivocarte. Sé exactamente el lugar en el que encontramos a la mujer, yo estaba allí, también sé el punto en el que se estrellaron con un coche el día anterior. De hecho creo que ese tipo debe esconderse en un radio no demasiado amplio respecto a esos dos lugares —Zoe no parecía convencida— además, hablé con esa mujer, Caronte, se refugiaron en un Hotel, pienso que ese hombre podría haber estado también allí.
—No lo entiendo.
—Qué no entiendes.
—¿Por qué quieres buscar a ese hombre? ¿A ti que más te da? ¿Para qué arriesgar la vida recorriendo una ciudad repleta de zombis para dar con ese tipo?
La mirada de Yess se endureció antes de hablar.
—Escucha, lo mismo que Evan hace contigo me lo hace a mí.
Todos los músculos de Zoe se tensaron.
—Evan tiene mucho interés en hallar a ese hombre, no es normal, la mirada le cambia —Zoe la escuchaba atenta— no podría soportar a otro Evan, sencillamente no podría.
Los ojos de Yess estaban vidriosos. Zoe le colocó las manos en los hombros.
—De acuerdo, iremos a buscar a ese tal Luca y cuando lo encontremos ¿Qué hacemos con él?
—Matarlo.