Jueves 27 de diciembre de 2012. Entre las 12:00 y las 15:00 horas
Estación de Ribes
Eduardo se notaba muy caliente, no tenía forma de saberlo pero seguro que le había subido la fiebre, y mucho. No llegó a tiempo de tomar el último Cremallera, el de las 14:30, y ahora tendría que esperar al siguiente, el de las 15:30, luego en menos de una hora estaría en su cama del Hotel, mañana ya tendría tiempo de preparar la inocentada de este año. Se arrellanó en un mullido sillón en la cafetería de la Estación y le pidió por favor al camarero que le despertase a las tres de la tarde. Se había puesto la alarma del móvil pero no quería dormirse. Pensó en telefonear a su primo pero se encontraba demasiado agotado y desechó la idea, decidió aprovechar todo el tiempo en dormir.
Ribes. Comisaría
Llevaba una hora intentando telefonear al Refugio pero no recibía señal.
— Será la tormenta solar esa. La que anuncian en todas las televisiones —Alba se encogió de hombros.
— Y qué tienen que ver los cojones para comer trigo —el nuevo puso cara de no entender.
— Que qué cojones tiene que ver el sol en el hecho de que no cojan el teléfono en el Hotel. Llamando con el móvil tampoco lo cogen, no da señal, y a nosotros no paran de freírnos a llamadas —Alba se limitó a desaparecer hacia la entrada.
— ¿Dónde está Francesc? ya debería haber alcanzado Queralbs ¿No? —ninguno contestó, la siguiente parte era evidente y nadie quería ser el afortunado.
— Puyol y Alba, coged el todoterreno y recorred el camino hasta allí, a ver qué es lo que ha pasado. En cuanto sepáis algo llamad.
Los dos iban ya encogidos antes de abandonar la Comisaría.
Nuria. Refugio
Era extraño, el teléfono fijo había dejado de funcionar, sin embargo los móviles sí que iban, se suponía que la tormenta esa solar del demonio afectaría a los celulares, no a los fijos, aunque con la que estaba cayendo fuera no era de extrañar que le hubiese pasado algo a la línea. André envió a Carles a la Estación del Cremallera a ver si había alguna novedad. Los trenes parecían circular con relativa normalidad pero era mejor estar informado de primera mano.
Hacía una media hora había visto salir al tipo del bar de anoche, entró en el Santuario. Bajó a recepción y dio instrucciones de que le avisaran cuando regresara. También habló con Ernest, el vigilante de seguridad del Hotel que estaba de servicio, para que controlase tanto al hombre como a la extraña mujer.
PERSONAJES DE ESTE CAPÍTULO